jueves, 18 de abril de 2013

ENTRE EL ORDEN Y EL CAOS


Un día como hoy en 1995, Franklin Pease, el historiador publica su libro "Breve Historia del Perú Contemporáneo", en donde nos presenta una nueva visión del "encuentro de dos mundos", de donde nos inspira una reflexión que compartimos.
Franklin Pease nos ofrece una nueva visión de nuestra historia

A su llegada al antiguo Perú los españoles no comprendieron que dentro de la dualidad que regía el mundo andino, la lucha entre el caos y el orden era uno de los principios que regía el mundo andino y tergiversaron los conceptos.
Según las crónicas españolas el Inca era autoritario pero a la vez protector, esta imagen la utilizaban para sostener su posición sobre los “indios” y justificar su gobierno vertical.
No comprendieron el sentido ritual de la vida, basada en los ciclos rituales de la actividad agraria. Nunca entenderían que el ritual se transformaba en una forma de historia. Jamás aceptaron que en el principio mítico del mundo andino se asentaba la creencia de la ordenación del mundo, que los dioses cumplían un papel de ordenadores del caos, que entre el caos y el equilibrio se desenvolvía cíclicamente la vida en el Ande.

El dios Guari era un dios ordenador, era el civilizador, quien enseño la agricultura en Chavín.

Cuando los cronistas españoles hablaban de la actitud “conquistadora” de los incas, no entendían que en realidad se trataba de un afán y la necesidad de incorporar nuevos contingentes humanos al sistema de redistribución. Pues, más que crónicas de conquistas, lo que recogieron los cronistas españoles fueron versiones de rituales de conquista.


 
Los ceramios Moche representan batallas rituales entre ellos y los Recuay, nuestros antepasados.

Bajo criterios de dominio y explotación de la naturaleza, los españoles no concebían una sociedad donde el hombre se había adaptado perfectamente a la naturaleza y no la depredó ni utilizó en forma egoísta. El hombre andino era “ecológico” por naturaleza. Este don de adaptabilidad sería luego útil para lograr la adaptación a las nuevas condiciones de vida que impuso la dominación española.



El paisaje del Callejón de Huaylas cambió brutalmente en el siglo XVI, pero el hombre andino supo adaptarse a los grandes cambios.



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