lunes, 15 de diciembre de 2014

SOBRE EL ALUVIÓN DEL 41

Un día como hoy, lunes 15 de diciembre de 1941, a dos días del aluvión que sepultó medio Huaraz, el Presidente de la República don Manuel Prado Ugarteche visitó la zona afectada. Gracias a la catástrofe, su gobierno aceleró la inauguración de la carretera Pativilca Huaraz. Ya en páginas anteriores hemos señalado las consecuencias del suceso. Y este parece ser nuestro destino, treinta años después, gracias al terremoto de 1970 se culminó el aeropuerto de Anta y se asfaltó la vía Pativilca Caraz. ¿Qué tendrá que pasarnos para tener un aeropuerto internacional en Cátac? 


El Presidente Prado con su señorita hija sobre una piedra dejada por el aluvión.

Prado comprobó la magnitud del desastre y dispuso una reparación económica para los sobrevivientes que habían sufrido daño en sus viviendas.
A propósito, nuestro amigo Steven Wegner ha publicado meses atrás un interesantísimo texto sobre el aluvión que tuvo su origen en la laguna de Palcacocha, recordándonos que cual espada de Damocles, las aguas de esa laguna pueden volver a segar miles de vidas debido a la acelerada desglaciación de estos tiempos.


Véase la litografía alegórica "la muerte sobre Huaraz" en la carátula de la obra de Wegner

Con estos ojos que Dios me dio, siendo muchacho vi el plano de la ciudad de Huaraz que la CODUH, así eran las siglas de la Comisión de Desarrollo Urbano de Huaraz. presidida por el padre Augusto Soriano Infante, publicó en 1973. Allí se disponía que el llamado "cono aluviónico" debía tener solo áreas verdes, pues el peligro de un nuevo aluvión era inminente. La pregunta es, ¿cómo nos hemos relajado tanto? Primero surgió el barrio "Bello Horizonte", luego se pobló toda Nueva Florida, y así llegamos al desmadre de hoy en día. Dios  no quiera que suceda otra desgracia, pues lamentaríamos miles de muertes. 
Volviendo a 1941, don Godofredo Zegarra Ángeles me contaba ayer dos anécdotas muy graciosas de sobrevivientes del aluvión.



El maestro Zegarra tiene mil sabrosas anécdotas

El Dr. Manuel Revelo era un abogado bajito y rechoncho que vivía cerca a la Av. Raimondi. El aluvión lo sorprendió en cama, pues no era más de las 6 de la mañana. Salió como pudo y se cubrió totalmente de barro al querer ganar la calle. Cuando llegó a la plaza, estaba desnudo e irreconocible, una viejita al verlo dijo: "¡Allau pobre criatura, ¿dónde estarán sus papás?"  El leguleyo montó en cólera y gritó: "¡Yo soy el Dr. Revelo, no soy una criatura!" A lo que la viejecita sabiamente retrucó: "Niño, ante la muerte todos somos iguales".
Otro personaje, cuyo nombre guardamos en reserva pues sus hijos se pasean aún por Huaraz, tuvo la misma suerte que Revelo, fue arrastrado por las aguas y de milagro salvó la vida. Una vez recuperado del shock, encontró en el camino un cuadro del Sagrado Corazón de Jesús y le atribuyó a la milagrosa imagen el salvarle la vida. Como estaba desnudo, puso el cuadro a la altura de la cintura para cubrir sus vergüenzas y a todo el que encontraba le decía: "¡Adoren a este Señor que es muy poderoso!". Lamentablemente, el agua había remojado el cuadro y sin que se diera cuenta el agradecido portador, la lámina cayó al suelo, dejando solo el marco y el vidrio, por lo que sin darse cuenta, exhibía sus partes íntimas mientras repetía: ¡"Adoren a este Señor que es muy poderoso!"

No hay comentarios:

Publicar un comentario