jueves, 15 de septiembre de 2011

REBELIONES INDÍGENES EN HUAYLAS

Un día como hoy, 15 de setiembre de 1980, la flamante Universidad Nacional de Ancash "Santiago Antúnez de Mayolo", publica la obra del reconocido historiador huaracino Manuel Reina Loli "Rebeliones indígenas del siglo XVIII en Huaylas" como un homenaje al Bicentenario de la gesta emancipadora de Túpac Amaru II. A través de esta obra podemos conocer de la resistencia que opusieron nuestros antepasados al odiado yugo español.


En sus años aurolares era mayor su aporte

Resumiremos lo concerniente a los turbulentos años 80 de ese siglo, tiempos en que se vivía un ambiente bastante movido, que presagiaba ya la lucha independentista que se inciaría en el siglo siguiente.
En 1780 ocurre en Huaraz un levantamiento de campesinos apoyados por el padre betlemita Fray Juan de la Cruz. Dos mil campesinos armados de rejones, espadas, dagas, palos y piedras atacaron al corregidor Francisco Meza y Ponte Castilla, Marqués de Casa Hermosa en la plaza mayor del poblado, oponiéndose a los nuevos tributos que trataba de imponer el Visitador Areche, el mismo que meses después ajusticiaría a Túpac Amaru II en el Cusco. El levantamiento se originó debido a la miseria que asolaba la región pues el año anterior hubo una gran sequía. Sin dinero y sin recursos, verse obligados a pagar mayores tributos, era caldo suficiente para la revuelta.


Arreche, gran represor colonial

Areche salió huyendo de Huaraz y se cuidó de nunca más volver a estas tierras. Otras causas de este levantamiento fue sin lugar a dudas la agudización del problema de la miseria y de la explotación, que no eran sino efectos de los esquilmadores de los obrajes, de la odiada mita, de los diezmos y primicias, de la imposición de las alcabalas, añadiendo a ello los trastornos climatéricos de caracteres catastróficos que se produjeron por esos años.


La sequía afectó a toda región

Ese mismo año se produjeron levantamientos en Caraz, Chacas, Corongo y Piscobamba. De modo que la autoridad española se vio en la necesidad de solicitar refuerzos para controlar las rebeliones. 1780 fue un año crucial. El virreinato se tambaleaba, y sin que sea un movimiento concertado, nuestros ancestros llevaron adelante una serie de amotinamientos en diversos pueblos. ¿Qué hubiera sucedido si éstos se engarzaban dentro del marco del gran levantamiento que en el sur protagonizara José Gabriel Condorcanqui? ¿Se habría tenido la oportunidad de iniciar la lucha independentista encabezada por el elemento indígena?
Lo real es que los profundos estudios sobre el alzamiento en el sur, y el realce de la figura de Túpac Amaru II, han terminado por opacar otros movimientos a lo largo y ancho del Perú colonial. En 1780 todo el Perú estuvo en trance revolucionario y nuestra región no estuvo ausente.


La represión fue general en todo el virreynato del Perú
En 1782 nuevamente en Huaraz hay amotinamientos en oposición a las nuevos impuestos y a las nuevas ordenanzas que “por causa del rebelde”, en alusión a Condorcanqui, prohibían el uso de vestimentas andinas, las representaciones teatrales sobre el tiempo de los incas, el uso de la lengua quechua, y las concentraciones y fiestas andinas. Los huarasinos, acostumbrados a reunirse en grandes aglomeraciones para festejar los carnavales y libar licor, hicieron caso omiso a estas disposiciones y mas bien aprovecharon de ellas para organizar la protesta y manifestarse “contra el mal gobierno” a decir de Manuel Reina Loli.
En la casa del Marqués de Casa Hermosa se colocó un bando que rezaba: “si en el sur se levantaron dos Túpac Amarus, aquí se levantarán doscientos”. Estas protestas tuvieron eco también en Recuay, Carhuaz, Mancos, Yungay, Caraz, Mato, Huata, Huaylas y Macate.


Agustín de Jaúregui, sagaz virrey

El Virrey Jáuregui, enterado de la situación, para evitar que aparezcan nuevos focos de subversión, envía una carta al corregidor recomendándole use “todos los medios de suavidad y dulzura, que su sagacidad le dicte... y contener los desórdenes que nos amenazan”.
Para reponerse del duro golpe que significó la rebelión de Túpac Amaru, la corona española reemplazó a los odiados corregimientos por las intendencias. En el nuevo orden administrativo, Huaylas pasó a ser dependiente de la intendencia de Tarma en 1784. Como se determinó la nueva remensura de tierras, hubo oposición a tal disposición y devino en un tumulto generalizado en 1788. Nuevamente Huaraz, Carhuaz y otros pueblos se vieron convulsionados por los actos de protesta. La autoridad española hubo de hilar muy fino para evitar que estos actos no se conviertan en una insurrección generalizada.

 

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