miércoles, 28 de marzo de 2012

LA CUARESMA EN EL ANTIGUO HUARAZ

Calle de La Soledad, camino a la "Casa Santa"

La antigua Semana Santa huaracina estaba precedida por el período litúrgico de la Cuaresma, los 40 días de preparación que corrían entre el Miércoles de Ceniza y la Víspera del Domingo de Ramos. La Cuaresma se vivía en el antiguo Huaraz con verdadera unción, los fieles abarrotaban los templos ávidos de escuchar los clásicos sermones de los cinco domingos cuaresmales: el primero sobre “la tentación”, el segundo sobre “la transfiguración”, el tercero sobre “el buen samaritano”, el cuarto “los cinco panes y los tres peces”, mientras que el último domingo el sermón era sobre “la resurrección de Lázaro”.

La Cuaresma era un período de verdadera penitencia. Se observaba rigurosamente el ayuno y la abstinencia. De modo que en los dos mercados que existían en la ciudad se vendía pescado salado pues nadie osaba contravenir la norma de la abstinencia (no comer carnes rojas). En Cuaresma se realizaban los retiros en la “Casa Santa” creada por Monseñor Fidel Olivas Escudero con esa finalidad. La primera semana el retiro era para los varones, la segunda para las mujeres y las dos últimas para la gente del campo. Los franciscanos realizaban las célebres “misiones” allí donde no había párrocos.

La Casa Santa

Antes de la existencia de la “Casa Santa” la costumbre era ir a la Iglesia Matriz (posteriormente llamada Catedral) donde las confesiones eran públicas en cuaresma. El sacerdote hacía una terrible descripción del infierno y luego preguntaba quién cometió tal o cual pecado. La gente se levantaba y públicamente reconocía su falta. Se les alcanzaba un silicio y con él se flagelaban en expiación por sus culpas.

Construcción de la segunda torre del templo de La Soledad

En la Cuaresma, los esposos no cohabitaban. Quienes vivían holgadamente dormían en cuartos separados. Pero quienes no tenían esa facilidad, colocaban “la tabla de planchar” en medio de la cama matrimonial para evitar la tentación de la carne.

Don Santiago Maguiña Chauca, en su excepcional trabajo sobre la historia de la Semana Santa huaracina, señala que “durante este tiempo, todo es arrepentimiento, rezos matutinos,  confesiones, retiros, ayunos y comuniones”. El mismo autor recuerda que en la zona rural, los llamados “envarados”, los martes y viernes reunían a los campesinos en una auténtica cruzada religiosa preparando la Visita Pastoral, donde cada párroco recorría el campo recibiendo limosnas, primicias, diezmos y “cuaresmas”; confesaba imponiendo duros castigos corporales, para finalizar celebrando las Misas de comunión, matrimonio y de buena cosecha.

Tanto en la zona rural como en el medio urbano, por esos días, los devotos o “alféreces” realizaban el consabido reparto de dulces para comprometer entre amigos y familiares la participación de “angelitos” y sahumadoras. Así se veía circular jaleas de membrillo, arroz con leche y mazamorra morada, acompañados de bizcochuelos y molletitos; en el campo, a este obsequio se le conocía como el “dulsitsquí”.

En el campo se vivía la Cuaresma con unción

Otra costumbre de la Cuaresma era la colecta dominical para la compra de los ramos en la ciudad y el recorrido de las sandalias de “Taita Ramos” por los caseríos, con el mismo fin. Una comisión de autoridades campesinas viajaba a “la selva” a traer las “palmas” que luego tejían artísticamente y vendían en las puertas de los templos el Domingo de Ramos.

Los Viernes de Cuaresma se realizaba el “Vía Crucis” en las parroquias; y el último viernes, llamado “Viernes Dolores”, dedicado a la Virgen Dolorosa, se cubrían de paños morados los altares. En el campo se vivía con especial unción el “Inti viernes” y el “Viernes Dolores”.

La Cuaresma era un tiempo de total arrepentimiento, de preparación para la solemne Semana Santa huaracina.

lunes, 26 de marzo de 2012

EL HÉROE HUARMEYANO

Un día como hoy, 26 de marzo en el año 1933 se realizó la batalla de Gueppi, en el marco del conflicto con Colombia. Ancash tiene un héroe en esa batalla. ¿De quién se trata?
De ALBERTO REYES GAMARRA, que nació un 3 de agosto de 1910 en Huarmey. 


Huarmey moderno honra a su héroe

Sus padre fueron la matrona señora GENOVEVA GAMARRA y don SANTOS REYES, ambos naturales de Huarmey. El niño estudió la educación primaria en su tiera natal. Alberto dejó su terruño a los 17 años, trabajó esporádicamente en Barranca y Supe y luego fue a trabajar en una tienda de abarrotes en la ciudad de las salchichas, Huacho.
Estando en esa ciudad fue levado al servicio militar donde sirvió con especial dedicación. Viendo que su vida era la militar decidió reengarcharse y pasar sus años en el cuartel.
En esas circunstancias es que se produce la guerra con Colombia. Cuando un grupo de patriotas loretanos que no aceptaban el sombrío Tratado Salomón-Lozano, asaltó Leticia y desalojó a las autoridades colombianas, tras lo cual ambos países se prepararon para la guerra. Ese tratado en 1922 otorgó territorios peruanos a Colombia y el pueblo nunca lo aceptó.


Manifestación en Iquitos a favor de la recuperación de Leticia.

Es así que llega el 26 de marzo de ese año. Las fuerzas colombianas superiores en número se vieron repelidas por los bravos defensores peruanos. Surge como líder el bravo Sargento Lores, hoy héroe nacional.
El teniente Coronel José Zarate Lezcano en su libro “Historia Militar del Conflicto”, a la letra dice: "Mientras el combate y el bombardeo arrecia en el centro y a la izquierda, la ametralladora del soldado Reyes en una posición muy disimulada con un amplio campo de tiro no deja que se aproxime la cañonera “Cartagena” la que permanece oculta en el recodo del rio mientras que las baterías en tierra de las Isla “Chamaco” a órdenes de colombianos concentran su mortífero fuego sobre el heroico combatiente peruano. Cabe destacar de minutos antes el sargento Lores había sido herido y no disminuye el fuego de su automática.
Eran las 11:15 de la mañana del 26 de marzo, el teniente Calderón y con pocos hombres, acaba de perder a una de sus piezas que es sepultada en la trinchera, allí una granada enemiga apagó la vida del soldado Alberto Reyes Gamarra".


Batería colombiana atacando a las tropas peruanas en Gueppi.

Relata la historia que el ejemplo y recuerdo de esta indómito ancashino como eterno cantinela en la frontera vigilará atento el suelo Patrio para que no se repita el escrnio de otra derrota.
El cuerpo y resto de nuestro soldado existen, lo confirman el parte que envía el Teniente Calderón al capitán:
Mi capitán en este momento acaban de matar de un cañonazo al apuntador, que junto con su pieza ha quedado sepultado en su trinchera, es el soldado Alberto Reyes Gamarra
El Cabo Alberto Reyes Gamarra muerto en combate en el mencionado conflicto, años después fue reconocido como Héroe Nacional por el Parlamento del Perú, siendo presidente de la República de ese entonces el General Oscar A. Benavides.
En memoria a la entrega por la Patria, por su valentía, coraje, lealtad, la Compañía antiaérea N° 05, ha exaltado en su memoria, un obelisco en Litecia, donde el 26 de marzo de cada año frente a la reliquia heroica de Cabo Alberto Reyes Gamarra pasa lista y la guarnición contesta con un vivo "¡Presente la Misión de los Héroes!"
Como un justo homenaje, el pueblo de Huarmey le ha eregido un monumento en el año 1945 inaugurado dicho busto y la Avenida principal que lleva su nombre (hoy boulevard Cabo Alberto Reyes), por el presidente de la República Dr. Manuel Prado, siendo alcalde del distrito de Huarmey ( hoy Provincia) el señor Juan G. Morales Gamarra.


Monumento al Cabo Alberto Reyes Gamarra en la alameda que lleva su nombre en Huarmey

jueves, 22 de marzo de 2012

EL AGUA EN LA CULTURA ANCASHINA (2)


Los techos de teja y las calles empedradas son características en Corongo

En pleno siglo XXI tenemos en Corongo, bellísima ciudad andina del norte ancashino, un sistema de rituales ancestrales en torno al agua, que mantienen plena vigencia y vitalidad.
Quien concentra en torno a su persona el protagonismo de todas las actividades en Corongo es el Juez de Aguas... y su esposa.
El Juez de Aguas, que es elegido al inicio de año, es el encargado de organizar toda la actividad festiva y ritual que se ha de desarrollar durante el ciclo anual en Corongo.

El poder y la autoridad de un Juez de Agua es mayor que el del alcalde, que en del gobernador. Su autoridad es total.


Puente colonial de Calicanto en Corongo

En enero distribuye el agua entre los regantes, estableciendo un riguroso rol que se respeta sin objeciones. Su primera actividad es dirigir las faenas de limpieza de canales y acequias, para ello tiene que dar de comer y beber a todo los concurrentes.
Durante los carnavales su papel es vital.
En la Semana Santa es quien organiza desde las misas hasta las procesiones. Él preside todas las actividades de esta fiesta en dónde se recoge todo el pueblo coronguino.
Pero en donde su función es irremplazable es en junio en la fiesta patronal de san Pedro. Un pueblo ligado al agua no podía tener otro patrón que san Pedro, el pescador, señor de las aguas.


la danza de las pallas de Corongo es Patrimonio Cultural de la Nación

 En torno al Juez de Aguas se realiza la fiesta. Él es el mayordomo, quien convoca a las Pallas, a los "chirocos", a la bande músicos; las viudas le agasajan en medio de la fiesta para que no se olvide de ellas y les dé preferencia al reasignar los turnos. El esplendor de la fiesta de san Pedro de Corongo, depende del empeño que le ponga el Juez de Aguas, y cada año se rivaliza por hacerlo mejor que el año anterior.
¿Y no se puede decir que en Corongo la costumbre es colonial y no andina?


Jueces de Aguas, Parte Arriba y Parte Abajo

Hay un hecho irrefutable que reivindica el origen andino de los Jueces de Agua de Corongo. Es su caracter dual. Son dos los Jueces de Agua, uno con mayor predominio que el otro. El de la Parte Arriba con su canal Mashjonja  y el de la Parte Abajo con su canal Aya taqshakuna (donde se lava la ropa de los muertos).
Ambos con su espacio delimitado, pero tambien ambos ligados permanentemente al agua. El agua les da poder, les otorga estatus. El agua lo es todo en Corongo.

Don Humberto Malpica Vega y esposa, Juez de Aguas de Corongo ante las andas de san Pedro

EL AGUA EN LA CULTURA ANCASHINA (I)



En la cultura andina el agua era una de las mayores deidades a las que reverenciaban nuestros ancestros.
Fuente de vida y muerte, el agua se halla en muchos mitos y leyendas. En el mito fundacional de los Huaris, el agua es la originaria de destrucción al presentarse como un terrible diluvio que obliga a los gigantescos Huaris a abandonar el valle sagrado del Callejón de Huaylas y como consecuencia de tal hecho nace la vida representada en plantas, animales y hombres.
Luego la encontramos en el hermoso mito del dios Guari, cuando este heroe cultural decide traer la civilizacion y luego de enamorar a la Mama Yaku para que se deje canalizar, enseña a los hombres los secretos de la agricultura.
La deidad, sea en forma natural o convertida en lluvia o granizo, es reverenciada por todas las culturas andinas, desde Caral, Sechin, Chavín, Recuay, Moche, Chimú, hasta la Inca.
Diversos ritos se han relacionado con el agua.



Croquis de la ubicación del templo de Chavín

 Su poder era tal, que los grandes santuarios han sido edificados en el encuentro de dos aguas, en un "tinku". Asi tenemos al gran templo de Chavín que fue levantado allí donde se juntan los rios Wacheksa y Mosna; o a Pumacayán, erigido entre el Auqui y el Quillcay.

Las lagunas fueron consideradas "paqarinas", mágicos lugares de donde nace la vida y los ríos también merecían reverente adoración. no hay que olvidar que nuestro río Santa era llamado el "Hatun Mayu" o Auquis Mayu", río sagrado. Los ojos de agua eran puntos de encuentro entre nuestro mundo y el mundo de abajo, lugar preferido por los "Ichik Ollqos" para edificar sus mágicas moradas.


El Ichik Ollqo sobre un cactus

El culto al agua se manifiesta en una serie de rituales que se realizan aún en nuestros pueblos y comunidades andinas. La "situa" que se desarrollaba en el mes de noviembre era el ritual de purificación; en ella, desde el Inca hasta el más humilde poblador del Tahuantinsuyo, acudía a los ríos para contarle sus faltas y pecados, y el agua los purificaba y se llevaba sus maldades. Algo parecido se vive hoy en dií en el cierre de los Carnavales, cuando en Huaraz, el Miércoles de Ceniza se "entierra" al Carnavalón en las aguas del río Quillcay, el encargado de llevarse los males y limpiar de este modo al pueblo.
El Pitsqaki, es la celebración tradicional del 5to. día del fallecimiento de una persona. Los familiares mas cercanos se dirigen al río a lavar las ropas del difunto. Nuevamente el agua cumple su función sanadora. Una vez limpias las prendas del familiar muerto, se procede a velarlas y a servirse alredor de ellas el clásico "api de calabaza".


Lavar las ropas del difunto es una tradición popular

En el sub conciente popular esta instalada la idea del poder puricador del agua. En la popular chuscada "Rio Santa", se dice literalmente: "quiero que lleves todos mis males al olvido", en clara alusion a su funcion benefica. Demás está señalar la influencia del agua sobre el corazón de los mortales y sus poderes para conjurar los males de amor. "Agua del olvido estaras tomando..." Nos dice un popular verso, y mas rotundas son las letras del inigualable huaynito pomabambino "Aguita clara de Curayacu", cuando enfaticamente afirma: "... ¡Todos te llaman agua de amor!".
En el campo religioso no podemos dejar de mencionar el poder sanador que la gente otorga al agua bendita. Botellas y botellas se bendicen todos los domingos en nuestros templos y son llevadas luego a casas y cementeras para alejar a los malos espiritus.
En Olleros se mantiene la tradición del agua santa de Arzobispo. Una fuente de aguas venenosas, al ser bendecidas por santo toribio de Mogrovejo, por entonces Arzobispo de Lima, se convirtieron en aguas curativas; por ello a aquel lugar se le conoce hasta el día de hoy como "Arzobispo".

En Macate Santo Toribio hizo brotar agua de la roca.

domingo, 18 de marzo de 2012

EL MÉDICO MISHICANCA


El sabio Eleazar Guzmán Barrón

Hablar de Eleazar Guzmán Barrón es referirse a un personaje que trasciende en el tiempo y en la historia de nuestro pueblo. Es más, su gran personalidad hizo que su talla se encumbre hasta lograr el reconocimiento internacional.

Guzmán Barrón nace en Huari, en 1893, en el seno de una de las familias con más raigambre en el lugar. En su tierra natal realizó sus estudios primarios en el Colegio "Gonzáles Prada" para luego trasladarse a la ciudad de Huaraz, donde estudió la secundaria en el gran colegio "De la Libertad", obteniendo la Medalla de Oro al final de sus estudios. Ejerció la docencia en ese colegio por algún tiempo y luego se trasladó a Lima.

Siguió sus estudios en la Universidad de San Marcos, ingresando a la Facultad de Medicina de "San Fernando", graduándose un día como hoy en 1922 ante la Academia de Medicina, pues la universidad se hallaba recesada. En esos tiempos tomó parte de las luchas por la Reforma Universitaria, siendo célebre la carta que publicó el diario "El Comercio" sobre la clausura de su universidad.

Basadre señala que con Guzmán Barrón fueron delegados al congreso universitario del Cusco

Regreso a Huaraz ya como médico y reorganizó el Hospital de Belén. Su labor fue elogiada no solo por los pacientes sino también por toda la comunidad, que se maravilló de la modernización que se produjo en el antiguo hospital huaracino.

De nuevo en Lima, fue nombrado Catedrático de la Facultad de Medicina en "San Fernando" en 1924. Presentó un informe a la Dirección de Salubridad sobre las condiciones de salud en Madre de Dios y publicó un excelente trabajo, "Estudios sobre el Indio Peruano".

A fines de esa década viajo becado a Francia para perfeccionar sus conocimientos, siendo admitido en la Clinica Chanffard de Paris en calidad de asistente extranjero. De allí pasó a las clínicas de gastroenterología de las universidades de París y Estrasburgo.


Colegio que en Lima lleva su nombre

Como su prestigio internacional había crecido, la Fundación Rockefeller le otorgó una beca en la Universidad John Hopkins, en Estados Unidos, donde ocupó la jefatura de laboratorio Lasker Fundation. Profesor asociado a la Universidad de Chicago, ejerció la Cátedra de Bioquímica en 1930.

Retorna a su patria donde es incorporado a la Sociedad Peruana de Cardiología y nominado Catedrático Honorario de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. AI ser incorporado, disertó sobre "Vías de la fase oxidativa del metabolismo de hidrato de carbono".

Sentó las bases para la organización del Colegio Médico Peruano, interesando a sus colegas por la organización gremial en defensa de sus derechos.

Continuando con sus investigaciones científicas, regresa a los Estados Unidos y es ascendido en su universidad a la categoría de Docente Asociado en 1939. Es la época de su mejor producción. Sus artículos inundan las revistas especializadas de Europa y los Estados Unidos, llegando a contabilizarse más de ciento cincuenta de ellos. Escribió además, un total de veinte libros y ensayos.

Los temas que abarca son variados: clínica médica, metabolismo de las  células sanguíneas, metabolismo de los grupos sulfídrilos, los efectos de las radiaciones y el metabolismo de las células malignas.

En 1945 fue nombrado Profesor Principal en la división de química del y departamento de medicina de la Universidad de Chicago.

Guzmán Barrón destacó como un célebre orador. Así puso en el tapete la  importancia de las enzimas, hormonas y vitaminas; como de los efectos nocivos de los insecticidas y raticidas. Otro aspecto que trató con singular maestría fue el referente a las oxidaciones biológicas y los efectos de los gases tóxicos.

El Tecnológico de Huaraz, orgullosos lleva el nombre de tan ilustre sabio ancashino


Pero el tema que lo inmortalizó fue la energía atómica, por el que tuvo especial interés en su aspecto relacionado a la salud humana. Sus estudios sobre los efectos biológicos de las radiaciones ionizantes a causa de la energía nuclear, son de gran importancia para la ciencia moderna. La Comisión de Energía Atómica de  los Estados Unidos lo tuvo entre sus miembros. No quería utilizar la energía atómica para destruir la vida, sino para conservarla. 

Pese a no poder regresar al Perú, siempre se mantuvo en contacto con sus  alumnos y las asociaciones que había formado. Guzmán Barrón se ganó el respeto de la comunidad médica latinoamericana por su gran contribución a la ciencia. 

Cargado de años y la admiración de sus contemporáneos, este sabio ancashino falleció el 27 de junio de 1957 en la ciudad de Chicago. Sus restos se hallan en esa ciudad. La universidad en la que trabajó por tantos años, erigió un busto en su memoria.

En nuestro país aún le debemos el reconocimiento que se merece su sabiduría y su profundo interés por el aspecto humano de la ciencia médica. 

lunes, 12 de marzo de 2012

LOS INCAS EN NUESTRO SUELO

Históricamente los Incas llegan al departamento de Ancash entre 1460 y 1470, durante los últimos años de gobierno del Inca Pachacútec. Es el hermano de éste, Cápac Yupanqui quien comanda a cincuenta mil hombres de guerra. A decir de Garcilaso[1], en texto publicado un dáic omo hoy, los Pincu, habitantes de la zona de Chavín y Huari, aceptaron dócilmente el yugo imperial, cosa que no hicieron Huaras, Piscobambas y Conchucos, quienes por el contrario se amotinaron y convocaron para acudir a la defensa común. La guerra fue cruelísima y duró seis meses, sin que haya un claro vencedor. Ante esta situación los Incas acudieron a otras tácticas: los acosaron por el hambre  y las privaciones. Cuando la mortandad fue grande entre mujeres, niños y ancianos, recién los valientes ancashinos aceptaron su derrota.

Los Incas nunca fueron bien vistos en nuestro suelo


Los Incas impusieron sus costumbres. La principal fue la obligación de venerar al Taita Inti por sobre las deidades locales. Otra costumbre que impusieron fue realizar anualmente las peregrinaciones al Cusco, portando a los ídolos venerados en el lugar. Al norte del Callejón de Huaylas se veneraba a Katequill, que ocupaba el tercer lugar en el templo del sol, sólo tras éste y Pachacamac.

En el llamado Caserón de Pashash se veneraba al ídolo Katequill

Los Incas adoptaron el idioma del Tahuantinsuyo por disposición expresa de Pachacútec[2].

La arquitectura inca, con vanos piramidales y el uso de piedra pulida se implantó en la región. Kanapún, sitio arqueológico sobre el que se levanta el colegio Antonio Raimondi, en Huarás, tiene unas bellísimas paredes incas. Otra construcción inca de esa época es Pueblo viejo en Recuay que fue remodelado completamente para ser utilizado como centro administrativo.


En Pueblo Viejo, Recuay, se hallan vestigios de la presencia Inca

Mayor influencia cultural no se pudo notar pues sólo 60 o 70 años gobernaron los Incas en el Callejón de Huaylas.

Gran resentimiento causó entre los vencidos la forma como los Incas conquistaron su tierra y los levantamientos no se hicieron esperar. Entonces los Incas emplearon otra de sus tácticas de conquista: establecieron los lazos de sangre como una forma de ganarse la confianza y la alianza de los vencidos. Así, el nieto de Pachacútec, el inca Huayna Cápac toma como esposas a Contarhuacho y Anas Colque[3], ambas hijas de Pomapacha. Las consecuencias de estas alianzas se verían tiempo después, en tiempos de la presencia española.

Durante la guerra civil entre Huáscar y Atahuallpa, la gente del Callejón de Huaylas apoyó al bando de Atahuallpa. Por ello ante la presencia de los españoles, siguieron la suerte del último inca.

Contarhuacho fue madre de Quispe Sisa (Flor de Diamante), quien después se casaría con Francisco Pizarro, en un desesperado intento de Atahuallpa por salvar su vida estableciendo lazos de sangre con el invasor, hábil jugada política que jamás entendió el bárbaro español.

La bellísima Quispe Sisa pasó a ser Inés Huaylas Ñusta

En cambio, Anas Colque fue madre de Paullo, que por ser varón, fue llevado al Cusco a ser educado a la usanza inca. Los acontecimientos posteriores pusieron a Paullo en la línea de sucesión imperial. Por ello se enfrentó a su medio hermano, Manco Inca. Paullo, el hurasino, llegó a ser coronado Inca en 1537, y ha sido el único Inca que no nació en el Cusco.


Retrato de Paullo Inca y descubrimiento de su tumba en el Cuzco en el 2008







[1] GARCILASO DE LA VEGA, Inca. (1554) Comentarios Reales de los Incas. Libro VI. Capítulo XII.


[2] Los lingüistas coinciden en que el quechua es originario de las costas de Ancash y Lima y luego subió a la sierra. Los Incas que hablaban Pukina, lengua aymara, notaron la versatilidad del quechua del Chinchaysuyo y lo adoptaron como lengua oficial del Tahuantinsuyo.


[3] Waldemar Espinoza analiza a profundidad la poliginia incaica en el caso de estas dos señoras huaylinas en su trabajo Dos casos de señorialismo feudal en el imperio Inca. Resalta el hecho de que Anas Colque, nacida en Huarás, fue llevada al Cusco con su hijo varón quien llegaría a ser Inca Paullo, mientras que Contarhuacho, natural de Huaylas, se quedó en su tierra por haber dado una hija mujer, Quispe Sisa, a Huayna Cápac. En este caso se nota claramente que llevando a educarse al Cusco a los hijos varones, los Incas aseguraban el dominio de las naciones a las que pertenecían.

jueves, 8 de marzo de 2012

CAYETANA FERRER


Lucía era la vida, Lucia era la tierra…

Pues si el verso ayacuchano nos habla de una hipotética Lucía, mujer del campo representante de su género, acá en Ancash tenemos a Cayetana Ferrer, mujer de carne y hueso que vivió y murió aferrada a su tierra en Eccash, Carhuaz, convirtiéndose en claro ejemplo de mujer líder, mujer ejemplo, en quien rendimos homenaje a la mujer del pueblo, en este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

Conocer y comprender a Cayetana Ferrer es recordar el itinerario de las luchas campesinas en Ancash. Es remontarnos a los tiempos de María Fernanda Yauri, la esposa de Pedro Pablo Atusparia y de Julia Castillo esposa de “Uchcu Pedro”, que callada pero activamente acompañaron a sus maridos en la más grande aventura revolucionaria que conoce la historia ancashina.

Cayetana Ferrer nace en Maya, caserío ubicado frente a Carhuaz en los albores del siglo XX. Quienes la conocieron la recuerdan como una mujer sencilla, pero de gran resolución, dedicada a las labores del campo y sin mayor relevancia en la vida hasta que se produce la Reforma Agraria de 1969.

Mujeres del Callejón de Huaylas

El problema del campo, es un problema irresuelto desde la época de la Independencia, la Revolución Campesina de 1885 la puso en agenda pero no lo resolvió. De modo que en siglo XX los hombres del campo lucharon siempre por hacer reconocer sus derechos sobre la tierra. Así lo demuestran los motines de 1905, 1925, 1932 y 1949, año en que se funda la CCP, Confederación Campesina del Perú, de clara orientación comunista.

En 1964, asustado el gobierno ante la ola de protestas campesinas, lanza un remedo de reforma agraria que en 4 años apenas entregó el 0.5% de la tierra. Es con Velasco Alvarado que en 1969 se da la Ley de Reforma Agraria, orientada en teoría a liquidar el latifundio en el Perú. Al amparo de esa ley los campesinos forman sus comunidades e invaden tierras.

En 1971 los comuneros de Avellap recuperan las tierras de la hacienda San Antonio en Carhuaz. Sus dirigentes son detenidos. Hay grandes movilizaciones en Carhuaz, detienen a los dirigentes y en los enfrentamientos con la Guardia de Asalto, mueren cuatro campesinos. Esta lucha fue escuela para Cayetana Ferrer.

“Tomar la tierra, no esperar que la Reforma Agraria nos la entregue”, fue su lema y bajo esa consigna inician la ocupación de los terrenos. Los hacendados hacen llamar nuevamente a la Guardia de Asalto, feroz destacamento policial de aquel entonces que no duda en disparar contra los comuneros con un saldo de tres muertos.
Idealista visión de Cayetana Ferrer

En 1972 los comuneros de Eccash expulsan a veinticuatro gamonales de las tierras que ampara la fortalecida Comunidad Campesina de Eccash. Carolina Triveli señala que en Eccash se llevó a grado extremo la politización de los campesinos. Ellos organizaron su primera convención y adoptaron el lema “tierra y liberación”. Para entonces la figura de Cayetana Ferrer ya reluce con propio fulgor. Se la ve caminando de sector en sector, llevando en una alforja los títulos de la comunidad.

A Cayetana cariñosamente le endilgan un mote sus paisanos, le dicen “la orcotona”, pues no tenía marido y caminaba con un cayado y su inseparable alforja. “Esto dice que la tierra es nuestra y no vamos a dejarnos quitar”, repetía por doquier. Es fama que los hacendados tendieron varias celadas a Cayetana para arrebatarle los preciados documentos. Ella dormía con ellos y vivía a salto de mata.

Ante la fama de esta aguerrida comunidad, en 1973 se realiza el IV Congreso Nacional de la CCP en Eccash. Su presidente, otro dirigente ancashino Justiniano Minaya Sosa, ponderó en él las cualidades de Cayetana y demás líderes de la comunidad que eran un ejemplo para el Perú entero. Meses después Minaya sería asesinado en una emboscada en Quillo. Igual suerte corrió Pablo Villanueva, otro dirigente de la CCP.

Para paralelizar a la CCP, el gobierno creó la FADA e insistió que los campesinos paguen a los antiguos dueños el costo de la expropiación, lo que se conoció como la deuda agraria. Cayetana Ferrer se alzó contra esta decisión gubernamental, desenmascarando las intenciones propatronales del gobierno. “Si nos has dicho ‘campesino, el patrón ya no beberá tu pobreza’, haz cumplir tu promesa uli (mentiroso) presidente”, sentenció esta gran mujer.

Eccash actualmente mantiene sus 32 sectores y al igual que Vicos es una comunidad referente en Ancash. En Maya, se guardan los títulos que con tanto ahínco defendió Cayetana Ferrer. ¿Qué fue de ella? ¿Cómo y cuándo falleció? Existen distintas versiones, pero ya hay quienes están reconstruyendo la biografía de esta gran mujer y eso es muy necesario. Aquí pergeñamos una cuantas líneas en su memoria, porque Cayetana era la vida, Cayetana era la tierra.

Un saludo a la mujer ancashina en este día, de parte de Ceferino y del mío.

domingo, 4 de marzo de 2012

ASÍ FUE LA REVOLUCIÓN CAMPESINA DE 1885


EL DETONANTE DE LA REVOLUCIÓN

La imposición del pago de la Contribución Personal, decretada por el Prefecto Noriega, fue la gota que colmó la paciencia campesina. El prefecto, en su pretensión de restablecer la Corte Superior de Justicia de Ancash, cerrada desde fines de la guerra, no tuvo mejor idea que imponer el pago de la Contribución Personal a los campesinos. El monto fijado era de dos soles de plata.

La gente en esos días ya no conocía las monedas. A raíz de la guerra se había impuesto el papel moneda; pero también, éste se había desvalorizado. Se cambiaba un sol de plata, por veinte soles en billete. Precaviendo una caída en el precio, el Prefecto ordenó se paguen treinta soles en billete si no se conseguían los dos soles de plata.

Imaginémonos la reacción de la población campesina, que apenas ganaba jornales de cinco reales, y tenía que reunir treinta soles en un plazo mínimo, Realmente la disposición de la autoridad era absurda. Los campesinos buscaron quien les haga un memorial solicitando el retiro de la disposición. El prefecto, en vez de buscar soluciones, se puso a buscar enemigos.  A fines de febrero, hizo encarcelar a Atusparia, líder de los alcaldes campesinos y mandó azotarlo por “el zambo Vergara”, ayudante del Gobernador Collazos, para que denuncie al redactor del memorial. Al saber esto, los alcaldes fueron a reclamar a la prefectura, Noriega ordenó detenerlos y con enorme falta de tino, dispuso se les humille cortándoles las largas trenzas, símbolo andino de su autoridad. Era el día 1 de marzo.



EL DESARROLLO DE LOS ACONTECIMIENTOS

El 2 de marzo, al conocerse el ultraje a sus alcaldes, los campesinos de Unchus y Marián reaccionaron violentamente. Se dirigieron a la prefectura para reclamar pero fueron recibidos a tiros por los gendarmes y los soldados del Batallón “Artesanos de Huaraz”. Luego de una dispersión inicial, se reagruparon en las alturas del puente de Auqui, hasta donde fueron perseguidos por los soldados. Allí se trabó una lucha de cinco horas, donde murieron cientos de campesinos. Esa noche, en Marián se reunieron los alcaldes de todos los caseríos que circundan la ciudad y planificaron las acciones del día siguiente. Angel Baylón sería el jefe del grupo que invadiría Huaraz desde el este, sus órdenes eran tomar Pumacayán. Joaquín Guerrero, encabezaría a los campesinos de la Cordillera Negra y debía atacar desde “El Balcón de Judas”. Manuel Granados y Cossío Torres dirigirían a los que vendría de la zona norte y debían ingresar por Patay y el puente Quillcay. Juan Sánchez fue elegido jefe de los que deberían llegar desde el sur y posesionarse de la Plazuela de Belén.

La ciudad de Huaraz fue tomada a sangre y fuego el 3 de marzo de 1885

El 3 de marzo de 1885, los campesinos de los caseríos de Huaraz invadieron la ciudad a sangre y fuego, asesinaron a 180 gendarmes y soldados del Batallón “Artesanos” y se apoderaron de la ciudad. Si al día siguiente retornaban a sus estancias, el movimiento no hubiera pasado de ser una revuelta, un motín; pero decidieron quedarse y expandir el movimiento, darle un programa y levantar sus reivindicaciones; así se fue convirtiendo en una verdadera revolución.

El mando supremo, quedó en manos de Pedro Pablo Atusparia, Alcalde Pedáneo de los caseríos del Distrito de Independencia. Atusparia demostró rápidamente que tenía cualidades de líder. No dejó que la soberbia se le suba a la cabeza y planificó una alianza con los opositores al gobierno de Iglesias, mientras se contactaba con más dirigentes campesinos a lo largo y ancho del Callejón de Huaylas. Fruto de esa idea fue el nombramiento del abogado cacerista Manuel Mosquera como nuevo Prefecto el día 5 de marzo. Atusparia se reservó el título de “Delegado de la Prefectura”, pero la autoridad la imponía él.

El 15 de marzo cayó Carhuaz, de allí surgió un bravo líder experto en lucha de guerrillas y el uso de explosivos, era el minero “Uchcu Pedro”. Llegada la Semana Santa, Atusparia hizo un alto a sus labores revolucionarias y dispuso que las celebraciones religiosas se realicen con normalidad, él mismo llevó el Palio del Santísimo en la procesión del Jueves Santo.
Los licenciados del Batallón Yungay defendieron Yungay bajo las órdenes de M. Rosas Villón

Los líderes campesinos ubicaron en Mancos su cuartel general con la idea de expandir la revolución hacia Yungay y Carás. El 29 de marzo, José Orobio, conocido como “El Kori blanco”, al mando de mil hombres inició el asedio a Yungay. Luego de tremendas escaramuzas, Yungay fue tomada el 4 de abril. En Yungay la Guardia Urbana dirigida por don Manuel Rosas Villón contaba con seis compañías y tenía las armas que durante la Guerra del Salitre, habían pertenecido al “Batallón Amazonas”.  Es por ello que hubo que hacer una estratégica planificación para el ataque a Yungay.

Caraz se rindió a los campesinos el día 6. Mucho influyó en este hecho la participación del presbítero Fidel Olivas Escudero, quien pudo convencer a los alzados a ingresar a la ciudad pacíficamente acompañando la procesión del Santísimo Sacramento.

Dueños los campesinos de todo el Callejón de Huaylas, se dedicaron a fortalecer al movimiento. Enviaron emisarios a otras provincias de la zona de Conchucos y avisaron del movimiento a los huanuqueños. Por otro lado, Atusparia dispuso la toma de las haciendas y el reparto de las tierras a los campesinos. Esta medida llenó de pánico a los “mishtis” que ante la posibilidad de perder sus propiedades, enviaron pedidos urgentes a la capital, exigiendo el inmediato envío de tropas para develar la revolución de los desposeídos.

"Soldados de piedra" de Uchcu Pedro en la Cordillera Negra, ardid para engañar al ejército

Pese a la encarnizada defensa que los guerrilleros de “Uchcu Pedro” realizaron en los contrafuertes de la Cordillera Negra, derrotando hasta a dos ejércitos enviados desde Casma, por fin, un tercer ejército al mando del Coronel Callirgos, pudo romper las defensas campesinas y por la vía de Quillo llegó a Yungay.

Con la intempestiva llegada del ejército a Yungay el 20 de abril de 1885, la revolución campesina, entró en franco proceso de crisis, luego de casi dos meses de incesante avance.

“Uchcu Pedro” se encargó de organizar el desalojo del ejército. Atacó Yungay durante tres días desde el 25 de abril. Poco pudieron hacer sus fuerzas ante un ejército disciplinado que contaba con 700 soldados armados con la tecnología más moderna llegada al Perú luego de la guerra. Tenían además tres metralletas y un cañón. Así, con armas modernas, el ejército que nunca venció una batalla a los chilenos, se ensañó en Yungay masacrando a campesinos peruanos.

Las consecuencias de esta derrota fueron funestas para los intereses de la revolución campesina. En Yungay murió la flor y nata de las tropas campesinas, la tragedia fue tanto peor cuanto que hasta el propio líder del movimiento revolucionario, Pedro Pablo Atusparia, había sido herido de gravedad. De morir Atusparia en Yungay, su figura se hubiera alzado con inimaginables rasgos legendarios. Pero no murió y ese fue el inicio de su derrota personal.

El Coronel Joaquín Iraola que acompañaba a Callirgos, venía nombrado como Prefecto de Ancash. Él dispuso el inmediato ataque a la capital departamental. Olivas Escudero intercedió para que se realice una tregua con motivo de la fiesta del patrón de la ciudad. Iraola fingió aceptar, pero dispuso el ataque a la ciudad para el 3 de mayo, fiesta del Señor de La Soledad. De este modo, con traición, las huestes campesinas fueron sorprendidas, acribilladas y expulsadas de la ciudad.

Pese a haber tomado Huaraz con relativa facilidad, el ejército tuvo que pasar dos grandes sustos antes de reducir completamente a los campesinos. El 7 de mayo fue atacado el cuartel general del ejército, que por esos días se ubicó en el Colegio “De La Libertad”, barrio de San Francisco. El 11 de mayo, “Uchcu Pedro”, el invencible Pedro Cochachin, atacó Huaraz desde la Cordillera Negra, en lo que constituyó la batalla de Huarupampa, donde fallecieron más de mil aguerridos campesinos.

Atusparia, preso en casa del Inspector de Cárceles, Fabián Maguiña, había perdido totalmente el mando de la revolución. Se le perdonó la vida a ruego de influyentes pobladores que adujeron en su defensa, el haber sido un jefe mesurado y magnánimo, que evitó el saqueo a la propiedad privada. “Uchcu Pedro”, al mando de los pocos valientes que aún seguían bajo su liderazgo, se retiró hacia la Cordillera Negra para seguir hostigando al ejército con ataques esporádicos, en espera de la llegada de tropas del General Cáceres, quien nunca acudió a su llamado. Estas acciones las realizó hasta el mes de setiembre, cuando cayó en una emboscada en Quillo y fue fusilado en Casma. Pedro Celestino Cochachin, falleció el 29 de setiembre de 1885.

Cáceres nunca llegó en apoyo a Uchcu Pedro

Otros héroes de esta revolución fueron: Ángel Baylón, José Orobio, el Curaca Tupish Huanca, Pedro Granados, entre muchos otros valientes campesinos y campesinas; y Luis Felipe Montestruque, el periodista que dirigió “El Sol de los Incas” vocero de la revolución.

viernes, 2 de marzo de 2012

CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN CAMPESINA DE 1885

Cuando analizamos la lucha social de los pueblos, en toda la historia del Perú Republicano, no hay un hecho más relevante que esta singular revolución, comparable únicamente a la que encabezara en tiempos de la colonia José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II. Por primera y única en el período republicano, los campesinos de las estancias de Huaraz se alzaron como un solo puño en defensa de sus derechos.

           


CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN CAMPESINA DE 1885


            Como hemos visto, la principal causa de la revolución campesina de 1885, fue la pobreza extrema en que se hallaba el campesino a causa de la guerra del salitre.

Los múltiples abusos de los “mishtis”, fueron otra de las causas que originaron la Revolución Campesina de 1885. Con el apelativo de “mishti” conoce el campesino ancashino al patrón, al hacendado, al rico habitante de la ciudad. “Mishti” significa etimológicamente “blanco”. Los campesinos de Ancash se sentían oprimidos por los blancos, la gente de la ciudad, que sin considerar la terrible miseria que había dejado la guerra, aprovechaba de la situación para explotar a los habitantes del campo.

Muchos hacendados prestaron dinero a los campesinos para que paguen tributos durante la guerra con Chile. Al no poder cancelar esas deudas, se veían obligados a cederles sus tierras y quedar como servidores del hacendado, con toda su familia. Así el feudal sistema de la servidumbre se reactivó en Ancash luego de la guerra con Chile. Los “tápacos” se veían obligados a servir gratuitamente en la casa del hacendado; sus mujeres e hijas pasaban a la cocina de la casa hacienda, de igual modo, a realizar el servicio gratuito.

Como la crisis era general, a las autoridades no se les ocurrió mejor idea que elevar los diezmos (que en la colonia se pagaba al rey de España), las regalías y pitanzas; y aumentar el monto de los absurdos tributos que existían: la contribución predial, minera, artesanal y personal.

No conforme con tanto abuso, a inicios de 1885 se prohibió la libre extracción de la leña. Los usuarios tenían que pagar 40 centavos por cada carga de leña. La sal, comercializada por el estado, duplicó su precio en perjuicio de los campesinos.

La gendarmería, que así se llamaba en esa época a la policía, también participaba de los abusos en contra de los campesinos. Por denuncia escrita del alcalde Santa Gadea, conocemos que semanalmente los agentes tomaban para su rancho, una o dos reses de los campesinos pobres.


Pero el mayor abuso se cometía en contra de las comunidades campesinas. En la provincia de Huarás, los hacendados tomaron la táctica de arrendar terrenos de la Beneficencia Pública y luego de ocuparlas, invadían las propiedades de las comunidades aledañas. Así se apropiaron de terrenos de las comunidades de Huanchac y Marián.

Todos estos abusos cometidos en contra de los campesinos del Callejón de Huaylas, fueron creando un ambiente de gran resentimiento. Al comienzo, se aceptaron en silencio, pero poco a poco se fue levantando un sentimiento de rechazo a tanto abuso.

Los trabajos “de la república”, fueron también causa de abuso en contra de los campesinos de Ancash. Con ese nombre se conocía al trabajo gratuito que prestaba el hombre de campo en una serie de obras públicas.

Desde tiempos antiguos, el hombre andino estaba acostumbrado a tres tipos de trabajo, en base a la reciprocidad. Primero estaba el “rantín” o ayni, por medio del cual la ayuda mutua se daba al interior de la comunidad, entre sus miembros; el techado de la casa ha quedado como ejemplo de “rantín” que aún hoy se practica. Luego venía la minka, el trabajo que el poblador prestaba a la comunidad en la reparación de caminos, limpieza de canales, etc. Finalmente se tenía la mita, que era el trabajo en favor del estado; así había una mita guerrera, la mita minera, etc. El poblador prestaba su servicio gratuito, pero la comunidad y el estado, velaban por él y su familia en caso de enfermedad, muerte, catástrofe o guerra.

Los trabajos “de la república” eran un remedo de minka, pues sólo a los campesinos se les obligaba a trabajar gratuitamente en obras que muy bien debían ser remuneradas. De cada estancia bajaba semanalmente un grupo de 50 campesinos para trabajar de modo gratuito. Así se construyó el cementerio de Pilataraq que en esa época se iba a inaugurar.

El nuevo prefecto, Coronel Francisco Noriega, para ganarse el favor de la población huarasina ordenó que mediante los trabajos “de la república” se levantaran las torres de la Iglesia Matriz, la que con el tiempo sería la Catedral de Huarás.

Lo que molestó a los campesinos fue que estando trabajando en dos obras, el prefecto exigiera que otro contingente vaya a reparar los techos del cuartel. Aparte de la natural inquina que le tenían a la tropa, siempre existía el temor a la represión y al abuso. Los campesinos no acudían a trabajar al cuartel. El Prefecto castigó a las autoridades, lo que puso más tirantes las relaciones con la nueva autoridad.

Pero la principal causa que originó la Revolución Campesina de 1885 en Ancash, fue la condición de semi esclavitud en que vivía el campesino. Desde el incario, el hombre del Ande del Callejón de Huaylas fue oprimido; los Incas dominaron a Huaras y Huaylas después de doce meses de cruenta lucha en 1460. Por ese resentimiento, 70 años después inicialmente apoyaron a los españoles. Una vez que comprendieron su error, comenzaron una larga lucha contra los colonizadores, quienes los sojuzgaron con fiereza.


 La independencia nacional no significó nada ni le trajo ningún cambio para el campesino peruano. Se le utilizó como carne de cañón; se predicó que su vida mejoraría, que la liberación había llegado. Todo fue un vil engaño, un hermoso poema que quedó en el papel. La independencia fue capitalizada por los criollos, los hijos de los españoles, y ellos se aseguraron de que las cosas no cambien para el “indio”. Fue así que se profundizaron las desgracias del hombre del campo con la llegada de la república.

Durante la colonia, las Leyes de Indias impedían a los españoles apoderarse de las tierras de las comunidades; pues los indígenas tenían que poseer terrenos de donde saquen los productos para entregarlos como tributos.

Los nuevos dueños del Perú, los criollos, los hacendados, abolieron la propiedad de las comunidades campesinas, para quitar las tierras a los campesinos; cosa que ni los españoles hicieron. La independencia no trajo ninguna mejora para los campesinos; el encomendero español fue reemplazado por el hacendado.

En 1821, siendo Prefecto don Toribio de Luzuriaga, abolió la servidumbre y el injusto trato de “indios” que se daba a los campesinos de modo despectivo; el General San Martín lo decretó a nivel nacional. Pero esas disposiciones no se respetaron nunca.

Simón Bolívar, creador de la República aristocrática, proyecto en el que no tenían cabida los campesinos, como un reconocimiento al invalorable apoyo de éstos en las batallas de Junín y Ayacucho, en 1824 decretó que las tierras de las comunidades eran inviolables, pero jamás se hizo caso a dicha ley.

Nunca imaginaron los “mishtis”, que arruinando a la gente del Ande, arruinaban al Perú.