domingo, 26 de julio de 2015

CÁCERES EN CHIQUIÁN

Un día como hoy, 26 de julio de 1883, el coronel Andrés Avelino Cáceres llega a la ciudad de Chiquián, a tomar un breve descanso y reponer fuerzas luego de la derrota sufrida 15 días atrás en Huamachuco a manos de las fuerzas del coronel chileno Alejandro Gorostiaga.
Cáceres tomó esa decisión luego de un suceso fortuito que le animó a desviarse temporalmente de su ruta, pues se dirigía a marchas forzadas al centro del Perú, con la peregrina idea de crear otro ejército para continuar con la guerra de resistencia.


El Brujo de los Andes

Pasó por Huaraz de incógnito el 24 de julio y cuando junto a su estado mayor se dirigía por una ruta alterna hacia Aguamiro (hoy la Unión), fue interceptado por un pequeño grupo de chiquianos capitaneados por don Luis Pardo el viejo, quién vihuela en mano le entonó un sentido verso, cuya versión nos ha llegado en estos términos:

Cuando un peruano pelea y pierde
no desfallece de la victoria,
aunque el duro polvo muerde
su gesta tendrá gran memoria.

Esa expontánea manifestación de solidaridad quebró el ánimo del guerrero. Bajó de su caballo "El Elegante" y se estrechó en un abrazo solidario con sus ocasionales amigos.
Así fue como el Brujo de los Andes se decidió a bajar a Chiquián a recibir la hospitalidad de ese pueblo enclavado en la Cordillera ancashina.


En una casa como esta se habría alojado el legendario militar

Entre sus hospitalarios anfitriones destacó el propio Luis Pardo, huaracino afincado desde hace muchos años en Chiquián y casado con la Sra. Matilde Zorrilla, con quien tuvo cinco hijos, el mayor de ellos, Pedro, era padre de un niño que a la sazón tenía 9 años, a quien luego la historia conocería como Luis Pardo Novoa, el ídolo del pueblo, mal llamado el gran bandido, el bandolero.
Al pasar los años, Cáceres recordaba con mucho cariño su estancia en Chiquián y cómo le levantaron la moral brindando con pisco de Moro en plena cordillera, entonando un verso por demás preciso.

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