Para nosotros, los ancashinos, el agua es un recurso de suma
importancia. Desde nuestros más antiguos mitos, el agua es tratada con mucho
respeto y veneración. La Tamya, una de las más poderosas diosas del Hanan
Patsa, condescendió en bajar durante cuatro meses para que su hermana,
la Patsa Mama, adquiera fertilidad. La Mama Yacu, tuvo que ser enamorada por el gran dios Guari de
Chavín para que se deje canalizar por los Nunas.
El agua es fuente de vida en el Ande
El culto al agua ha sido uno de los más antiguos en nuestra
región y los principales templos fueron construidos en los Tinkus, lugares de
encuentro entre dos ríos. La gran cordillera nevada que domina nuestra región,
la Cordillera Blanca, ha sido considerada como un regalo especial de los dioses
a este pueblo singular, donde nació la cultura andina y desde donde se expandió
a todo el Perú antiguo.
Chavín y otros templos andinos se hallan en un Tinku
La gran cultura Recuay, tiene en múltiples ceramios en forma
de Paccha, vertidores de agua dedicadas a la ritualidad y al culto. De modo que
este recurso, ha sido cuidado con amor durante milenios.
Típica Paccha Recuay
Los valles costeños de Ancash, plenos de fertilidad
fomentaron grandes culturas tal como lo demuestran los admirables vestigios
hallados en Santa, Nepeña, Casma y Huarmey. De manera que el agua está ligada a
los conceptos de cultura y progreso.
La Cordillera Negra, en donde el agua es escasa, tuvo un
tratamiento muy peculiar. Pequeños reservorios situados estratégicamente en las
cabeceras y faldas de las cuencas, canales muy bien conservados que nos cuentan
de la laboriosidad de nuestros antepasados y de una planificación muy bien
elaborada por parte de los sabios ingenieros andinos.
Los pueblos de las Vertientes saben aprovechar el recurso hídrico
En un tiempo en el que el agua se ha convertido la principal
preocupación de la humanidad por su galopante escasez, toda esa sabiduría con
que se desenvolvieron nuestros antepasados perdura hoy en día en nuestros
pueblos y comunidades. Y entre ellos destaca con gran nitidez Corongo, que
mantiene una tradicional forma de administrar el recurso hídrico mediante el
Sistema de los Jueces de Agua, el mismo que hace poco ha sido declarado
Patrimonio Cultural de la Nación por el Ministerio de Cultura.
San Pedro, señor de las aguas, es venerado en Corongo
Los Jueces de Agua de Corongo, son campesinos o pobladores
que apoyados por sus Campos y Cabecillas, organizan el calendario festivo de
Corongo, desde Año Nuevo, hasta la gran fiesta de San Pedro en junio, pasando
por la festividad de Reyes, carnavales y Semana Santa. De allí, ganada la
autoridad ante la comunidad, tienen medio año para distribuir el agua de sus
dos reservorios, de Parte Arriba y de Parte Abajo, sin mayores problemas en lo que constituye un exitoso modelo
comunal de administración de recursos, sin conflictos ni tensiones.
El Ministerio de Cultura viene evaluando la posibilidad de
elevar ante la UNESCO este modelo ancestral para que sea reconocido como
Patrimonio Cultural de la Humanidad. Bien lo merece Corongo, bien lo merece
Ancash.
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