Un día como hoy, 30 de enero de 1990 se publica "orígenes de la cultura andina" de José Antonio Salazar. Texto en el que se analizan dos de los principios de la cultura andina, que son la reciprocidad y la redistribución entendidas como la manera en que una sociedad comunitaria mantenía el orden y la equidad en medio de una geografía agreste, que hacía realmente difícil la vida para nuestros antepasados.
La reciprocidad fue la respuesta a la necesidad de mantener fuertes lazos de unidad para enfrentar los problemas cotidianos. Fue el reconocer la inutilidad del esfuerzo personal, frente a la magnificencia del trabajo comunitario.
Las tradicionales formas organizativas del trabajo son un claro ejemplo de reciprocidad. De este modo, el Rantín, o ayni, es el trabajo recíproco al interior de una comunidad. Claro ejemplo hoy en día es el “wayiushé”, fiesta del techado de la casa; tradición milenaria en la que un miembro de la comunidad solicita la colaboración de familiares y amigos para que le ayuden a culminar la construcción de su vivienda, simbólicamente representada en el techado de la casa. Ante ese llamado acuden los convocados con gran disposición de trabajo, mientras que el anfitrión les espera con bebida y comida. La fiesta del “waiushé” se complementa con la presencia de los músicos de la comunidad, quienes a través de la típica melodía del “waicaté” acompañan la faena. El Ayni es entendido como el trabajo de asistencia mutua entre los miembros de la comunidad; trabajo que establece lazos de reciprocidad, pues cuando alguno de los invitados tiene necesidad de solicitar ayuda para cuando haga o repare su casa, no dudará a convocar a quien en esta ocasión sirve de anfitrión.
Fiesta grande es el "wayiushé"
La Minka es el trabajo recíproco entre los miembros de la comunidad y ésta, como entidad. Las labores de limpieza de canales, apertura y conservación de vías, el trabajo en los terrenos de la comunidad, son ejemplos claros de la Minka. Mientras que los miembros aportan su trabajo por el bien común, la comunidad como entidad los ampara y protege.
La Mita supone otro nivel de reciprocidad. Es el lazo que une a los miembros de la comunidad con el Estado. En los tiempos ancestrales la Mita suponía el cuidado de las tierras dedicadas reservadas para el Estado y para atender al culto. Existía además la Mita minera y la guerrera, que era el servicio voluntario dedicado a la extracción de minerales que servirían para el culto y la dedicación al servicio militar rotativo y alterno. La Mita fue transformada en la colonia como el servicio gratuito, no recíproco a favor de los opresores. Hasta hace poco existían los “trabajos de la República”, que suponía la construcción de obras públicas, cárceles y templos, sin retribución de parte del Estado.
la reciprocidad hoy
La reciprocidad se practica en nuestros tiempos por los habitantes del Ande y tiene diversas expresiones. Cuando alguien viaja a la costa, nunca llega con las manos vacías a la casa del familiar donde se aloja; lleva un poco de pan serrano, quesos u otro tipo de víveres, con el mensaje implícito: sírvete esto con los tuyos y comparte conmigo un lugar en tu casa y un espacio en tu mesa.
La Redistribución es el principio por el cual, los bienes se reparten en forma equitativa en la comunidad. Antiguamente, la existencia de los tambos y las collcas eran la expresión de la redistribución. Si la comunidad sufría alguna calamidad, aluviones, terremotos o guerras; el estado le socorría con lo almacenado en tambos y collcas. Los excedentes se redistribuían.
En la época en que aún no sufríamos la influencia europea, nuestros antepasados hicieron de la redistribución uno de sus más característicos principios. La economía andina no necesitaba del dinero porque se basaba en el trueque y en la redistribución. La redistribución se practicaba en el ámbito comunal, a escala local por el curaca, y por el estado en el ámbito general.
la patsamama es la gran redistribuidora
No existía el afán de enriquecimiento personal que hoy nos abruma. La idea de hacerse rico no formaba parte de los valores en una sociedad donde primaba el comunitarismo y todos los esfuerzos personales estaban destinados a conseguir el bien común.
Los presentes y las ofrendas que recibían los curacas y principales no pasaban a engrosar sus arcas personales, ellos las distribuían entre sus tributarios. Así fortalecían los lazos de reciprocidad.
En la actualidad, la redistribución se hace muy notoria en las fiestas patronales. Allí se puede ver cómo funcionan la reciprocidad y la redistribución. Los "kellis" colaboran con el mayordomo para pasar la fiesta con diversos productos, por su parte el mayordomo, todo eso lo reparte en el transcurso de la fiesta a toda la comunidad. Te doy y me das, de lo que abunda todos nos servimos. Reciprocidad y redistribución van de la mano en el Ande ancashino, hoy en día y así será por siempre.
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